Hasta ahora era muy reticente a correr cuando llovía. Ponía varias excusas: que si hace frío (aunque corro también en pleno invierno), que si el suelo está resvaladizo y, sobre todo, que se me podía estropear el movil, porque aquí donde me veis, es decir, leéis, soy uno de esos runners que no pueden simplemente correr, soy uno de esos que necesitan medir siempre lo que hacen.
Bien, pues la lluvia ha dejado de ser una excusa. Para los que no les importe no medir lo que hacen pueden pasar al siguiente párrafo. Para los que quieran medirlo si o si, van a necesitar un reloj GPS resistente al agua. Y para los que quieran medirlo, pero no les importe hacerlo de manera aproximada, pueden hacer un recorrido de una distancia conocida y simplemente llevar un reloj para calcular el tiempo que tardan en hacerlo.
En cualquier caso, se mida o no la actividad, hay que tener en cuenta varias cosas: la lluvia hace que a tu cuerpo le cueste más entrar en calor y se enfríe más rápido, por lo que quizá sea mejor llevar manga larga y secarse en cuanto termines, incluso antes de ducharse para evitar males mayores. Desde luego hay que tener cuidado con los resbalones, sobretodo si hay hojas secas por el suelo. Lo más molesto, en mi humilde y corta experiencia corriendo bajo la lluvia son las gotas en la cara y cabeza, así es que hacerse con una gorra, como en los días de sol, tampoco está de más. Pienso que no es necesario llevar mucha más ropa o capas, como mucho un chuvasquero transpirable para no calarse demasiado, pero si no llueve mucho tampoco me parece necesario.
Y, por último, si llueve mucho mucho, seguramente sea mejor dejarlo para otro día, que si no te ganas la vida corriendo no pasa nada porque pierdas un día de entrenamiento: no te obsesiones. Y un consejo personal: evita el barro: lo mejor para estos días son las pistas de atletismo, pero si no tienes una cerca, puedes correr por las calles de tu barrio o ciudad o elegir un parque que tenga caminos que no sean de arena. Salvo que no te importe dedicar un tiempo extra a dejar tus zapas como nuevas, claro.
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