Entre la crisis que vivimos, la escasez energética y los ecologistas se leen y oyen muchas opniniones a favor de cambiar nuestro modelo energético de forma que dependamos menos del petróleo, aprovechando el viento y sol nacionales. Y eso está bien. Pero en realidad, lo que tenemos que promover es una reducción de nuestra dependencia energética a nivel personal.
Llevo ya años leyendo sobre el fin del petróleo barato y sobre que esta crisis es una crisis que no acabará en la medida que no cambie nuestro sistema económico, que necesita un crecimiento eterno, por otro sistema que acepte el crecimiento cero. Y creo que todo eso es verdad. Pero la casa no se puede empezar por el tejado, tiene que empezarse por los cimientos. Y los cimientos aquí son las personas y su modo de vida, porque ¿cómo puede ser sostenible un sistema basado en energía solar si las personas exigen cada vez más energía? Igual que el petróleo, también hay un límite.
Así es que una vez más tenemos que fijarnos en una de las consignas de todo ecologista que se precie: REDUCIR. Eso es lo primero que tenemos que hacer reducir nuestro consumo, reducir los kilowatios/hora que gastamos cada mes en electricidad, reducir el combustible que empleamos en desplazarnos (gasoil, gasolina, GLP, biofuel, electricidad, etc). Hay que andar más, usar más la bici, adaptarnos más al ciclo de vida natural que no es otro que el que nos marca el sol, tener un huerto urbano o un par de macetas en la ventana, exigir que los productos que compramos cumplan una serie de normas en cuanto a higiene, mano de obra, explotación de la tierra o los animales, etc. Las otras consignas son Reutilizar y Reciclar, es lo que se conoce como las 3 R, pero hay que empezar por la primera, lo que estaba diciendo de Reducir.
Hay muchas cosas que hacer para que no tengamos que vivir con el miedo a que la crisis nos alcance, pero hay que empezar por cambiar un pensamiento que lleva ya unos cuantos siglos ocupando nuestras mentes y eso lo hace más difícil, mucho más difícil, porque tenemos que caminar por un terreno inexplorado y por el que pareceremos unos "pardillos" que no usamos el coche para ir a comprar, mientras otros lo mueven sólo para que el vecindario sepa la música que les gusta.
Vivimos en un tiempo difícil, pero que se hace emocionante cuando vemos de lo que realmente somos capaces, cuando conseguimos nuestro primer tomate, cuando llegamos caminando al trabajo o cuando comprobamos que hemos gastado un 10% menos de luz que hace unos meses. Y eso, es lo que nos tiene que empujar para que, al final, seamos capaces de cambiar el mundo.
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