viernes, 8 de marzo de 2013

La clave para cambiar el mundo

Ayer estuve leyendo un fragmento de "El evangelio de Solentiname" de Ernesto Cardenal y recordé algunas cosas de mi pasado, cuando no tenía ni 18 años y pasaba un rato del sábado por la tarde en la parroquia, en la Catequesis de Confirmación (y luego grupo de jóvenes). Esas discusiones entre unos 20 adolescentes  y jóvenes sobre temas controvertidos, las convivencias, las misas "guay" (como le gustaba decir a Pablo) en pleno campo, las pascuas donde cargábamos las pilas, ... Pero lo más importante de lo que leí ayer es que redescubrí la realidad, lo que da sentido a todo y a lo que aferrarnos para mantener la esperanza.



Y eso que debe estar por encima de todo no es más que el Amor, porque desde el amor emana todo lo demás que es importante, la justicia, el solidaridad, el respeto, la paz, la libertad y la liberación, es lo que se encierra en el mensaje de Jesús, pero no es exclusivo del cristianismo, se trata de amar todo lo que hay en el mundo, a todas las personas, algo parecido a lo que promulga también el budismo cuando evita pisar incluso las hormigas que encuentras en el camino.

Gracias al amor, no nos pelearemos con el de al lado o el de más allá, no discutiremos por nimiedades, no maltrataremos el medio ambiente, cuidaremos las reservas marinas que nos alimentan, no lucharemos por mantener o ampliar unas fronteras sin sentido. Viviremos, eso si, más humildemente, con menos de lo que algunos tenemos ahora, pero con más de lo que la mayoría tiene hoy en día.


Si el amor gobernase el mundo, no habría tanta pobreza, ni tampoco tanto gasto innecesario. Si el amor gobernase el mundo, no habría tantas muertes inútiles y sin sentido, ni tampoco tanto despilfarro. Si el amor gobernase el mundo, habría mucha, mucha, mucha más felicidad y también mucha, mucha, mucha más simpleza. Si el amor gobernase el mundo, todos respiraríamos mejor. Por supuesto, esto me trae a la cabeza la canción "Si yo no tengo amor".

Es posible que no llegasen tantas personas a vivir 90 ó más años, pero es seguro que morirían menos niños y jóvenes. Por supuesto el poner al amor en el centro de nuestras vidas implica hacer renuncias, pero en contra partida, todos seríamos mucho más felices y nuestra vida sería completa, completamente completa.

El amor es el camino, llevamos mucho tiempo oyéndolo, pero igual no lo hemos escuchado y ya va siendo hora de que cambiemos y nos pongamos manos a la obra, si es que queremos que este pequeño planeta en el que habitamos siga siendo habitable durante mucho tiempo.




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