miércoles, 1 de junio de 2011

Construir o destruir

El lenguaje es un arma poderosa. Da igual lo que digas, porque el sentido lo pone el que escucha y eso dificulta enormemente algunas cosas.

Pongamos un ejemplo: si yo digo "Ya es lunes", tu puedes pensar "ya se está quejando otra vez de que es lunes", pero también puedes pensar "mira que contento empieza este la semana". Lo que pienses condiciona tu vida, porque en función del sentido que le des te lleva a comportarte de una u otra forma. Si eliges la primera opción, te pondrás a la defensiva para evitar la depresión. En cambio, la segunda opción llevará una sonrisa a tu cara y te sentirás mejor y más cómodo. Pero la elección es tuya.



Y la elección es tuya siempre. Da igual lo que diga el otro, siempre hay, al menos, dos formas de entenderlo. Una positiva y otra negativa. Elegir demasiadas veces la opción negativa te lleva a la enfermedad (depresión, ensimismamiento excesivo, paranoia, ...). En cambio, elegir la opción positiva todas las veces posibles sólo tiene un resultado: la felicidad.

Ser positivo te llena de optimismo, de ver la vida con un cristal que te permite relacionarte bien con los que te rodean, que te llena de alegría y te permite construir algo diferente, relajante y que, sobre todo, te da satisfacción, te permite estar a gusto contigo mismo, que al final eres quien se tiene que soportar toda la vida.

En resumen, para disfrutar más de la vida y de uno mismo, hay que ser "siempre positivo".

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