lunes, 7 de marzo de 2016

La verdadera cara de nuestra sociedad

Muchos os habréis enterado de la noticia del pasado sábado, 5 de marzo, en la que un joven de 20 16 años murió y otro de 18 fue herido grave en una pelea, que según se ha dicho, era de bandas latinas. Bueno, esa es una versión de los hechos. (A veces ni con la edad aciertan los periodistas)

Foto de PixaBay

Hoy me he enterado de que conozco a la madre del muerto, mejor dicho, conocía a la madre del muerto, porque hace casi 20 años que no tengo contacto con ella. Era española. Ha tenido y tiene una vida muy difícil. Vivía en un barrio marginal en el que yo trabajaba como voluntario. Su familia era una de aquellas con las que desarrollábamos un trabajo enfocado en la reinserción y en la convivencia.

Ahora ella no tendrá más de 35 años y su vida sigue siendo, por las noticias que me llegan, muy muy difícil. Por más que nos empeñemos, la realidad no es la que vemos en los medios, es otra bien distinta.

Esta mujer fue retirada de la custodia de sus padres durante un tiempo porque pagaron el pato de lo que hacían todos. Sobrevivir como les dejábamos.

Creció en una familia pobre, muy pobre, tan pobre que no tenían nada, sólo lo que encontraban buscando por ahí. Sus padres hicieron una chabola, junto a otros familiares igual de pobres. En el barrio que vivían los vecinos les ayudaban y sobrevivían.

Con los años, entre el ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, decidieron que era mejor quitarles eso para llevarles a un poblado de realojo. En la zona donde vivían hicieron un gran y bonito parque. El poblado donde les llevaron era un supermercado de la droga.

Otra vez, con los años, les dieron un piso del IVIMA. Durante todos esos años pasaron muchas cosas. Unas malas y otras menos malas. Los voluntarios tratábamos de enseñar a los niños un camino distinto al que veían día y noche. Algo debió quedar, porque el hermano de esta mujer se gana la vida decentemente, aunque a veces sea muy duro.

Teníamos equipos de fútbol sala que competían en las ligas municipales. Hacíamos actividades con los que no querían, no podían o no les dejaban ir al fútbol. Hacíamos incluso un campamento en verano con estos chavales abandonados por la sociedad.

Esta mujer tuvo a su primer hijo bastante antes de cumplir la mayoría de edad. Creo que tiene, además del muerto, 3 ó 4 más.

A este chico no le ha matado una pelea de bandas. No le ha matado otro individuo con más suerte que él (o menos, según se mire). A este chico lo ha matado la pobreza y la nula capacidad y deseo de acabar con ella, como dice mi amigo Sergio. A este chico lo hemos matado todos mucho antes de que muriera, antes incluso de que naciera, negando a estas personas cualquier oportunidad de salir del pozo en el que se encuentran, hundiéndoles cada vez más en su miseria.

Nos llenamos la boca de palabras y llegamos a acuerdos en las más altas instancias. Recuerdo el famoso 0,7%. Una iniciativa para dedicar el 0,7 del PIB de los países industrializados para reducir las diferencias con los países menos desarrollados. Una propuesta que se ha ratificado varias veces. Y que sigue sin cumplirse. Otro ejemplo de la falta de voluntad para erradicar la pobreza.

Igual que el informe de Oxfam Intermon, sobre la desigualdad, tanto a nivel mundial, como en nuestro pequeño país y del que os hablaba aquí.

En fin, sigamos así. Quizá lo mejor que puede pasarle a este mundo es que los humanos desaparezcamos, porque no os equivoquéis, lo que está en jaque en La Tierra no es la vida, es la vida humana, que no es lo mismo (la vida sin nosotros).

Pensaba terminar con el párrafo de arriba, pero es que aún hay más. El coste del entierro, por supuesto. En teoría se iban a encargar los servicios sociales, pero resulta que hay un abuelo, con el que por cierto no hay ninguna relación, con una renta superior a los límites marcados. Burocracia. Mierda de burocracia. Espero que finalmente esto también se arregle.

Actualización (8/3/2016)

Finalmente el tema del entierro también se ha solucionado. Un problema provocado por la maldita burocracia que nos deshumaniza y que no atiende a personas sino a números. Seguid confiando en ella y, de paso, echad un vistazo a lo que pasó en Alemania hace no tanto tiempo.

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