martes, 16 de diciembre de 2014

Situaciones de emergencia

Mucho se habla todos los medios sobre la violencia de género (a mi me gusta más llamarla violencia doméstica). Desde mi punto de vista es una verdadera lacra social, pero también creo que no se hace lo suficiente o no se hacen las cosas bien. Y me explico.

Si creo que hay dispositivos de emergencia que en un momento concreto dado actúan y actúan bien. Estos dispositivos evitan que algunas situaciones vayan a peor, al menos momentáneamente. Pero casi todo se queda ahí. Se anima a que se denuncie, pero la experiencia cercana nos hace ver que no es nada fácil llegar a hacerlo.

Por un lado, cuando la determinación de actuar aparece después de años de aguantar los malos tratos y sacar algunas fuerzas para actuar y hacerlo bien, las instituciones no lo ponen nada fácil y obligan a la víctima a dar vueltas y vueltas hasta que lo único que le queda es ir a la comisaría a denunciar. Allí todo debería ser más fácil, y aunque la mayoría de los policías, especialmente los que recogen la denuncia son muy amables, diligentes y empatizan adecuadamente con la víctima, no todos lo son. Algunos incluso tratan con desprecio y sin comprensión a una víctima que es verdadera heroína por tratar de cambiar una situación que cualquiera de nosotros no aguantaría ni un día y que sin embargo, lleva arrastrando años. Además de la poca delicadeza de preguntar en medio de la recepción y a voces por la situación, totalmente fuera de lugar. Imaginemos una mujer joven, sola y extranjera que acuda a una comisaría en estas circunstancias, ¿cómo se sentiría? ¿arropada por las instituciones o absolutamente abandonada?

Es verdad, como dicen algunos, que en ocasiones se presentan denuncias falsas. Es verdad que algunas mujeres después de denunciar se echan atrás. Pero eso no justifica que todo se quede en la denuncia o que se dificulte el proceso desde su mismo inicio, al contratio, debería tratarse con especial cuidado a estas mujeres y ayudarlas a dar todos los pasos necesarios para escapar de una situación de la que son esclavas.

Además, después de la denuncia, ¿qué pueden hacer? ¿Tienen que verse obligadas a cambiar toda su vida y huir? ¿Por que no se obliga al maltratador a sentir la suficiente vergüenza como para que no se intente acercar a la maltratada? ¿Por qué no se quita al maltratador de la vida de la maltratada, en vez de al revés?

Imaginemos que aun así, la mujer decide cambiarse de barrio e irse con sus hijos. Tengo entendido que mientras que no haya sentencia judicial, el empadronamiento de los menores tiene que hacerse con el consentimiento de ambos progenitores, ¿no hay otra forma de hacerlo? ¿no sería posible hacerlo presentando la denuncia para proteger a la familia? ¿o es que hay que aguantar los palos hasta que el expediente de los juzgados alcance a resolverse?

Mi opinión es que las políticas que se llevan a cabo y los programas que de ahí se derivan son sólo para cubrir el expediente, no para solucionar el problema, porque para eso, debería empezarse por una educación que rompa el círculo vicioso de la violencia doméstica y dotar de recursos personales a todos los que pasan por la escuela para evitar ser tanto el maltratado como el maltratador. Y, por supuesto, poner los medios para que el maltratado o la maltratada pueda seguir con su vida sin miedo de encontrarse cualquier día con el agresor y que se sigan incrementando las cifras de asesinatos por esta causa.

Finalmente os dejo con una frase que deberíamos tener todos presentes: "No ofende el que quiere, sino el que puede". Haced que nadie pueda ofenderos!!

Actualización (17 / 12 /2014)

Por si todo lo contado fuera poco, resulta que en los juzgados la cosa no mejora e incluso se pone en duda a la vícitma. ¿Es que no se puede investigar un poco? Sobre todo en situaciones que resulta muy fácil, tan fácil como preguntar a los vecinos que escuchaban los gritos, en situaciones donde es tan fácil de comprobar, ¿por qué se intimida más aúin a la víctima haciéndola preguntas absolutamente fuera de lugar? Y más triste aún es que quien pone todo esto en duda es una mujer. ¿Por qué no se ponen los medios para controlar y averiguar que las denuncias sean efectivamente verdaderas, en vez de intimidar a las víctimas que se atreven a dar el paso aunque sea aprovechando un viaje del maltratador? ¡Ah! ¡Claro! ¡Qué eso no sale en las estadísticas! ¿Queremos realmente cambiar las cosas?

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